Marcela Aguilar
Marcela Aguilar: Hola, en esta ocasión estamos con Lorenzo Silva, escritor español de visita en Chile para presentar su nueva novela, Púa. Lorenzo es Guardia Civil Honorario desde 2010, por los servicios prestados a la institución.
LS: Lo podemos comentar.
MA: Sí, vamos a comentar sobre eso. A partir de una saga de novelas que ha escrito y que diría yo que es probablemente una de las sagas más populares de novela policíaca en español, que es la saga de Rubén Bevilacqua y su compañera Virginia Chamorro. Pero bueno, vamos a hablar de tu trayectoria. En alguna entrevista vi que tienes 82 obras. Ese es un cálculo que sacaste tú.
LS: Creo que son 84, en este momento publicadas.
MA: Y faltan las que están en el cajón. Tú has contado que empezaste a escribir a los trece años, que ya a los quince escribiste tu primera novela. Creo que ninguna de las que está publicada es tu primera novela, ¿no?
LS: La primera publicada es la sexta.
MA: Es tu sexta novela de las que está en el cajón. Pasó que después te desencantaste un poco de la idea de ser escritor y entonces estudiaste Derecho, ejerciste como abogado, ¿no? Doce años. Publicaste un par de novelas, el 95, Noviembre sin violetas, que reeditaste ahora hace pocos años. Y luego La sustancia interior, que es una novela sobre un señor que llega a participar de la construcción de una catedral, reeditada en 2015, y en el 97 publicaste La flaqueza del bolchevique, que fue finalista del premio Nadal. Hay una película sobre esa novela también. Esa novela te dio el empujón, o no sé, el respaldo, la seguridad, la tranquilidad, de decir, tal vez sí me puedo dedicar a esto.
LS: Bueno, a ver, por empezar desde el principio, con trece años escribí mi primera obra literaria de ficción, un cuento de diez, doce páginas. Eso lo presenté a un concurso y gané el concurso, que era modesto, de mi barrio, un concurso infantil, claro. Vivía entonces en Cuatro Vientos, entre Cuatro Vientos y Aluche. Y bueno, en el centro municipal, donde yo iba a estudiar inglés, organizaron un concurso, me presenté y gané el primer premio. Pero bueno, el caso es que fue la primera vez que yo me senté a hacer una obra literaria con voluntad de crear algo original. Y la verdad es que desde ese momento yo me enganché, es decir, descubrí mi lugar en el mundo. Y fue por azar, porque vi el anuncio del concurso, no había escrito nada antes.
MA: ¿Habías leído mucho?
LS: Había leído mucho y había fantaseado mucho, era muy fabulador, pero no había escrito nada. Y desde ese momento, que estamos hablando de la primavera del año 80, hasta hoy, yo no he parado de escribir. Y con quince años, efectivamente, intenté escribir mi primera novela, entre los quince y los dieciséis. Me salió bastante regular, la verdad. Tan mal que no la llegué a terminar y hasta la destruí. La primera no la tengo porque la quemé.
MA: No hay registro de eso.
LS: Ahora lo lamento, me gustaría tener eso como un recuerdo personal. Valor literario seguramente no tenía ninguno, pero como recuerdo personal me gustaría tenerla. Y entonces, bueno, luego ya con diecisiete años sí que escribí una que sí conseguí terminar. Y yo estaba convencido, antes de estudiar Derecho, de que yo quería ser escritor. No estaba desencantado con la literatura en el sentido de que yo no creyera en ella. Personalmente yo creía que ese era mi oficio, mi verdadero oficio, que no iba a poder tener otro. Pero lo que sí pensé es que con eso nadie se ganaba la vida. Y desde luego, bueno, se la ganaban unos poquitos. Era como que te tocara la lotería. Y yo no sé, pero yo soy de la gente a la que nunca le toca la lotería. Entonces digo, a mí no me va a tocar. Es decir, si yo me dedico a esto, pues me dedicaré, pero nunca me podré ganar la vida. Entonces tendré que buscar otra cosa para ganarme la vida, mientras escribo por la noche, los fines de semana, en verano, como tantísimos escritores. Y yo realmente estaba resignado a que eso fuera así. Y seguí escribiendo y escribí mucho. Bueno, en el año 95 escribí dos novelas. Una de ellas, La flaqueza del bolchevique, y otra de ellas, la primera novela de la serie de Bevilacqua. Esas dos novelas las escribí en el mismo año, en el intervalo de seis meses, aprovechando los fines de semana para La flaqueza del bolchevique y las vacaciones de verano para la primera novela de Bevilacqua.
MA: ¿Y estabas trabajando como abogado?
LS: Estaba trabajando, sí. De hecho, a la gente le impresiona mucho que la primera novela de Bevilacqua yo la escribiera en 34 días. Es que no tenía ni uno más. Tenía mis 30 días de vacaciones, más cuatro que me debían. Y bueno, pues curiosamente esas dos novelas, escritas en un momento en el que yo vivía de otra cosa, y además cuando ya estaba resignado a no poder vivir nunca de la literatura, con la primera quedé finalista del premio Nadal, que fue un poco la que me dio a conocer, y con la segunda, que es la primera de Bevilacqua, pues gané el premio Ojo Crítico y, además, digamos que empecé a vender libros de verdad. Y claro, tú puedes vivir de la literatura si vendes libros de verdad. Es decir, si vendes no 300 ejemplares, sino miles de ejemplares.
MA: Y ahí tomaste la decisión de abandonar la abogacía.
LS: No inmediatamente, no inmediatamente. Yo seguía sin creérmelo, seguía sin creerme que uno pudiera vivir de la literatura en España y sobre todo que yo pudiera vivir de la literatura, pues seguí trabajando como abogado. Pero ya en el año 2002, bueno, me di cuenta de que o lo uno o lo otro y dije, bueno, oye, tienes que arriesgar, te la tienes que jugar.
MA: Tú decías en alguna entrevista que cuando publicaste el primer libro de esta serie de Bevilacqua y Chamorro, en realidad tenías un montón ya guardado en un cajón, o sea, ya tenías varias historias escritas, no sé si completamente escritas o ya pensadas.
LS: Bueno, cuando yo quedé finalista del Nadal con La flaqueza del bolchevique en el año 97, yo tenía ocho novelas en el cajón. De esas ocho, cinco no las he intentado publicar nunca. He publicado algún fragmento de alguna de ellas, como un relato o como texto narrativo en alguna revista, pero esas novelas no las he publicado porque no me parecía que fueran publicables. Pero tenía tres que sí creía que eran publicables y efectivamente luego me las publicaron. Una de ellas era El lejano país de los estanques, otra era El ángel oculto y otra era El urinario. Todas esas novelas se han publicado después.
MA: Y cuando partiste con esta historia, ¿tú de inmediato pensaste que esto iba a dar pie a historias sucesivas? Entiendo que en esa época no sabías si iba a ser exitoso o no, pero en tu cabeza ¿esto ya tenía como varios episodios o lo pensaste al comienzo como una sola novela?
LS: No, la primera novela es un experimento, es un experimento y entrando en el tema de la cátedra, de las claves de la novela negra. Lo que yo me preguntaba como lector de novela negra, tampoco como lector fanático, ya que leo novela negra como he leído otras muchas cosas, y no toda la novela negra me gusta o me interesa, digamos que a mí lo que me interesa…
MA: Raymond Chandler.
LS: Sí, claramente. Yo lo he dicho alguna vez… Vamos, perdón. Yo escribo novela negra por culpa de Raymond Chandler, luego la culpa de mis novelas es mía. Pero la culpa de que yo haya escrito esto la tiene él, porque yo leí otro tipo de literatura policial que me entretuvo más o menos, me interesó más o menos, pero que nunca me generó esa necesidad de hacer yo algo como creador. Y cuando leía a Raymond Chandler y sobre todo con El largo adiós, dije yo: algún día querría escribir algo que se le pareciera.
MA: Le gustó mucho Philip Marlowe, el personaje.
LS: Me gusta mucho el personaje y me gusta mucho esa historia en particular, es la que más me gusta de sus novelas con diferencia, porque es una historia sobre la amistad, sobre la lealtad, sobre la traición, sobre la verdad, sobre la mentira, sobre el amor, el desamor, es una historia muy completa y además que tiene un aliento poético de principio a fin, desde el propio título. Ese título es una imagen poética. Y a mí me interesaba esa mezcla de literatura e intriga, de novela negra y de aliento poético. Chandler, que escribió poemas en su juventud, dice en algún sitio que todo empieza por la poesía. Igual que Chandler encuentra a Philip Marlowe, que es su mirada sobre esa sociedad californiana, yo tengo que encontrar una mirada que me sirva para la sociedad española contemporánea, que será otra y que será la de otro. Y cuando empecé a pensar en esa mirada, pues al final, como yo no vivía de la literatura, vivía de la abogacía, como no esperaba que nadie lo leyera, pues me sentí muy libre para hacer algo que yo creo que en aquel momento era muy transgresor y hasta un punto gamberro, si se quiere. Eso fue escoger como héroe literario a un guardia civil, un guardia civil que es un personaje que en la literatura española nunca ha sido protagonista, prácticamente nunca.
MA: Porque es más bien operativo, ¿no? Como figura, como labor.
LS: Bueno, la Guardia Civil es que es una institución muy antigua, la Guardia Civil se fundó en 1844, ha tenido una implicación constante en la historia contemporánea de España y ha tenido una imagen cambiante, pero siempre muy mediatizada por factores ideológicos. Durante el siglo XIX, los guardias civiles fueron muy populares, porque España era un país muy inseguro, tú no podías salir a los caminos sin que te asaltaran y la Guardia Civil trajo seguridad a los caminos y eso permitió que floreciera el comercio. Pero a finales del XIX y comienzos del XX, en la sociedad española empezaron a aflorar una serie de conflictos, sobre todo con el anarquismo español, que fue muy poderoso, y para la reacción o la represión del anarquismo se recurrió a la Guardia Civil. Entonces empezó una percepción negativa de la Guardia Civil, que luego se agravó durante la dictadura de Franco, que también intentó utilizar a los guardias civiles como represores. Afortunadamente la Guardia Civil era anterior a todo eso. Venía de unos valores distintos. La Guardia Civil es una creación de la España liberal, es un cuerpo de seguridad al servicio del Estado, al servicio de los jueces y al servicio, sobre todo, de la ciudadanía. La Guardia Civil no se disolvió, siguió existiendo, porque en cierto modo tenía unos valores desde la fundación que la salvaban. Pero yo tenía que enfrentarme a la percepción literaria de la Guardia Civil, que estaba muy marcada por esas épocas represivas y sobre todo está muy marcada por la visión del gran poeta español del siglo XX, que es Federico García Lorca, que tiene incluso un «Romance de la Guardia Civil española», donde relata cómo unos guardias civiles entran en Granada a saquear las casas de los gitanos, y empiezan a maltratarlos y mutilan a sus mujeres. Es un poema negrísimo, donde los guardias civiles son personajes siniestros. Y como el peso de García Lorca es tan importante en la literatura española, pues yo creo que nadie se atrevía a considerar siquiera que un guardia civil pudiera ser un héroe literario. Bueno, pues yo me atreví, me atreví porque además yo ejercía la abogacía, yo trataba con guardias civiles que estaban en labores de policía judicial y yo sabía que, para empezar, había mujeres ya, porque entraron mujeres en la Guardia Civil a finales de los 80, y que eso me permitió tener el personaje de Virginia Chamorro. Y yo podía crear unos personajes literarios que, siendo verdaderos, desafiaban frontalmente el estereotipo que tenía el español sobre el guardia civil. Y me la jugué pensando que, bueno, como no me lee nadie, como no me gano la vida con esto…
MA: Como lo voy a guardar en un cajón…
LS: Y como tampoco va a pasar nada, pues voy a hacer lo que me parezca. Y pensé hacer un experimento, sin más. Y luego, cuando terminé esa novela, como me pareció que el personaje funcionaba, a mí me funcionaba narrativamente, y me funcionaba la pareja, y me funcionaba todo, pues me ilusioné un poco y lo mandé a doce editores, y bueno, a lo mejor a alguno le gusta, y bueno, me lo pueden publicar. Y me lo devolvieron todos. O sea, todos me rechazaron la novela. Entonces dije, bueno, pues ya está, pues he sido demasiado audaz, y esto no va a ningún sitio. Y la novela se publicó tres años después, a raíz de quedar finalista en el Nadal con La flaqueza del bolchevique.
MA: El protagonista de esta saga, que es Rubén Bevilacqua, es bien particular, porque estudió psicología, ¿verdad? Es hijo de un uruguayo, y nació, vivió en Uruguay.
LS: Nació en Montevideo.
MA: Claro, y bueno, su madre es española, por eso él después vuelve a España. ¿De dónde viene esta idea del uruguayo? Me parece curioso, porque además, por lo menos en Latinoamérica, Uruguay, Montevideo, son espacios que nosotros imaginamos como muy melancólicos.
LS: Mira, yo creo que Bevilacqua tiene dos rasgos principales. Uno es que es un personaje un poco anómalo, dentro de lo que uno esperaría en un cuerpo policial y además militarizado, como es la Guardia Civil, y además español, muy castizo. Por otra parte, es un personaje que tiene una dimensión que lo conecta muy profundamente con la realidad española, porque es un personaje quijotesco. El gran arquetipo español es el Quijote, el gran modelo cultural y hasta de carácter. Entonces, yo quería que tuviera esas dos cosas. ¿Por qué quería que fuera peculiar? Porque quería huir de esa literatura castiza. Yo respeto a los autores castizos, pero yo no soy castizo.
MA: ¿Qué es una literatura castiza?
LS: Pues la que reivindica el carácter del lugar, lo propio del lugar, el folclore propio, lo español, la raigambre, lo que tiene que ver con las raíces del español. Entonces, yo quería que mi personaje tuviera algo de extranjero. No podía ser extranjero completamente, porque un extranjero no puede ser un guardia civil, hace falta tener la nacionalidad española. Él tenía que tener la nacionalidad española, pero eso lo resolví por el expediente de su madre, por lo tanto la tiene. Y que ella se casara con un extranjero ¿Qué extranjero? Empecé a pensar libremente qué extranjero. Y pensé, pues mira, me interesa que tenga un apellido difícil, un apellido que al español le cueste pronunciarlo.
MA: En cada novela tiene que explicarlo y además él mismo ofrece este diminutivo: bueno, dime Vila.
LS: Vila, sí, para facilitar.
MA: Y cuando aparece algún personaje más inteligente, más fino, le capta de inmediato el apellido y se lo dice de corrido.
LS: Le sirve para identificar de quién tiene que cuidarse. El que le dice por primera vez el apellido, dice, cuidado con este. Bueno, pues pensé en un apellido difícil y pensé en un apellido italiano. Y dije, pero no lo voy a hacer italiano, lo voy a hacer, y entonces pensé, ¿uruguayo o argentino? Porque son los dos países con más inmigración italiana en América Latina. Dije, uruguayo. Porque es el país pequeño, porque es el país que está a la sombra del otro, porque tiene esa parte melancólica, porque le va a dar un rasgo de carácter que siendo un policía, que es alguien que en el fondo es un policía, además de homicidios, que es como un cazador. Pues es un cazador melancólico. Ya hay una paradoja en el personaje que me interesa. Y luego lo hice licenciado en psicología porque en aquella época, pues, aunque persistía un poco en la conciencia colectiva que los policías son personas normalmente de extracción humilde, con poca formación, pues se había producido un fenómeno que yo vi en primera persona, que es el acceso masivo de los españoles a la universidad. Digamos que hasta los años 70, 80, a la universidad iban los ricos. Pero a partir de los 80, que es cuando tanto Bevilacqua como yo llegamos a la universidad, mucha gente de clase popular pudo estudiar. Y eso generó muchos titulados superiores que el mercado laboral no podía absorber. Y eso produjo el fenómeno de que por primera vez en lugares como la Guardia Civil o como la policía, empezaron a entrar titulados superiores. Yo quise romper ese cliché de que el Guardia Civil era una persona de extracción humilde y poca formación. Pero luego la otra dimensión para mí es igualmente importante. El hecho de que, aunque él sea medio uruguayo, él se ha criado en España, es español, está imbuido de todo el carácter español. Y además como servidor de la ley y como en cierto modo es alguien que trata de socorrer a los desamparados y a los que sufren el crimen y la violencia, pues ahí aflora ese rasgo quijotesco. Yo no quería hacer una novela que solo fuera deudora en la tradición literaria anglosajona. De hecho, yo me siento parte de la tradición literaria española o de la tradición literaria en español. Y en la tradición literaria en español, entre otros, está Miguel de Cervantes. Y Miguel de Cervantes, aparte de ser el autor del Quijote, es el autor de El coloquio de los perros o es el autor de La fuerza de la sangre. El coloquio de los perros, en realidad, es un retrato del hampa española del siglo XVII. Son dos perros que están hablando de su experiencia. Pero cuando el perro habla de cómo estuvo de perro pastor y las ovejas desaparecían y no sabía qué pasaba hasta que descubrió que eran los pastores los que las mataban, que no eran los lobos, pues en el fondo está hablando metafóricamente de la corrupción de la sociedad española de su tiempo, etcétera. En La fuerza de la sangre, cuando una chica toledana que en plena noche la raptan y la fuerzan sexualmente unos desconocidos, se dedica a investigar hasta que consigue averiguar la identidad de su violador y consigue que se enfrente a las consecuencias de lo que ha hecho a la manera del siglo XVII, casándose con ella. Pero, bueno, en cierto modo, es una víctima de un crimen que se convierte en la investigadora de su propio crimen. Y, además, precisamente porque es una mujer observadora que se da cuenta de por dónde la llevan, cómo es la habitación, dónde la fuerzan, en el fondo se comporta como una detective. Para mí sería casi el primer relato detectivesco de la historia, mucho antes de Edgar Allan Poe. Estamos hablando de 200 y pico años antes de Los crímenes de la calle Morgue y ya tienes una investigadora que, además, es una mujer que investiga el crimen del que ella misma ha sido víctima.
MA: Esta serie de Bevilacqua y Chamorro ya cumplió 25 años. Es una serie que se va haciendo cargo de los nudos que hay en la sociedad en distintos ámbitos, como el ciberdelito, la energía nuclear, mafias, el narcotráfico, también la corrupción en el mundo de la policía. ¿Eso es algo que tú te propusiste hacer? ¿En algún minuto sentiste que eso era una responsabilidad tuya, hacerte cargo de esos temas?
LS: En la primera novela ya aparece una vocación de retratar la sociedad española contemporánea, sus entresijos y sus conflictos. El primer caso es un asesinato en Mallorca, en pleno verano, con una isla llena de turistas. Y, claro, el caso provoca mucha conmoción en la isla, porque la isla vive del turismo. En el fondo es hablar de una fuente importante de riqueza para España, que es el turismo internacional. Y ahí en el desarrollo de esa historia aparecen también algunos fallos del sistema judicial. En la primera novela está esa vocación de que no sea una intriga intrascendente, que no sea simplemente un acertijo para el lector de quién ha matado a esta chica, sino que, en la investigación, al paso, se vaya contando un poco cómo es la sociedad en la que sucede todo esto, y sus conflictos y sus grietas, que al final es de lo que habla la novela negra muchas veces. Cuando yo escribí la segunda novela, y funcionó todavía mejor que la primera, fue cuando concebí realmente hacer una serie.
MA: ¿Con El alquimista impaciente?
LS: Sí, y que me sirva para hablar de los conflictos y de las situaciones complejas y delicadas que hay en la sociedad española, con una mirada crítica, por supuesto. Es superficial ese juicio de que el policía es un servidor del orden y, por tanto, su mirada sobre la realidad es conservadora. En estos años, he establecido amistad con unos cuantos guardias civiles y policías, y yo no he leído ninguna crítica tan certera de lo que funciona mal en el sistema judicial español, o en la sociedad española en general, en muchos ámbitos, como la que te puede hacer alguien que está dentro del sistema y conoce de primera mano sus fallos. Quien está dentro se da cuenta de verdad de lo que funciona mal. Una de las cosas por las que yo estoy muy agradecido a este personaje es porque me ha permitido escribir historias que hablan sobre el problema de la energía, que a mí me interesa desde siempre. También cuando se produjo esta irrupción de la tecnología en nuestras vidas, de tal manera que tenemos tantas cosas dependientes de la tecnología, que los delincuentes, que no son tontos y siempre están alerta, se dan cuenta de que tienen ahí un nuevo campo y surge el florecimiento de la ciberdelincuencia, pues también me he podido acercar a esto.
MA: A mí me gustan mucho tus villanos. Lamentablemente, hablar de los villanos obligaría a hablar de los finales, entonces no se puede hablar mucho sobre eso. Pero en general, los asesinos de tus novelas tienen muy diversas razones para cometer los crímenes. Codicia, orgullo, venganza. Y a veces también hay un azar, hay novelas en las que hay accidentes. Hay accidentes que después se agravan porque hay un ocultamiento.
LS: Sí, y ahí viene la dimensión criminal.
MA: Pero bueno, Bevilacqua ha sido tan generoso contigo que te ha permitido escribir otros libros.
LS: Sí, es verdad.
MA: Tengo una cuenta acá: son 24 libros de narrativa que no son de la serie Bevilacqua, además tienes doce libros de narrativa infantil y juvenil y dieciséis libros de no ficción. Ahí hay libros de viaje, libros de historia, está el de la historia de la Guardia Civil, por eso te nombraron Guardia Civil Honorario. Pero también hay temas a los que tú has vuelto. Como el combate contra ETA, que está El mal de Corcira. Y está en Púa, que es tu libro nuevo. Está de una manera más estilizada, porque, de hecho, en este libro tú evitas toda referencia, nombres, fechas, lugares. Cuando leí Púa, pensé, bueno, este señor que tiene esta chapa podría haber coincidido en tiempo con Bevilacqua cuando Bevilacqua estaba en el norte, ¿verdad? De hecho, a Bevilacqua lo preparan también para hacer vigilancia, seguimiento.
LS: Dentro de la legalidad.
MA: Claro, claro. Esto es otro, esto es un paso más allá. Pero claro, es como una época parecida que uno reconoce. ¿Por qué vuelves sobre esas historias?
LS: Sí, digamos que son etapas sucesivas. A mí la historia de ETA, del terrorismo de ETA, de la génesis de ETA, del desarrollo de ETA, primero bajo la dictadura de Franco, pero después la mayor parte de su recorrido se produce con la democracia y la inmensa mayoría de sus asesinatos no se producen en un país sometido a una dictadura, sino tratando de desestabilizar un régimen democrático. Y ese era su objetivo, además. No lo digo yo, lo dejó escrito Argala, que es uno de los líderes históricos de ETA, que la liberación de Euskal Herria, que es como ellos llaman a la patria vasca, pasaba por conseguir que fracasara la democracia española. Ese era su objetivo. ¿Y cómo se consiguió neutralizar a la organización? No por un acto de generosidad o de reflexión, sino por una razón muy sencilla: estaban todos detenidos. Es muy difícil que una organización cuyos líderes están todos en prisión y cuyos soldados están todos en prisión y a la que solo le quedan los auxiliares de retaguardia, pues es evidente que la guerra está perdida, y por eso se rindieron. Pues para mí esa es la gran historia de la España contemporánea.
MA: En el prólogo de una edición especial de los 25 años de Bevilacqua y Chamorro, Paul Preston decía que nos gusta la novela negra porque en ella encontramos personas que resuelven situaciones, como que pusieran en orden, de alguna manera, las cosas. Lo estoy parafraseando.
LS: Sí, pero esa idea está ahí.
MA: Entonces, él dice, claro, es curioso porque esta novela, la que mencionabas tú, la de la época de Chandler, apunta también a descomprimir un ambiente que está muy cargado de esta sensación de impotencia, de impunidad, digamos, de los corruptos.
LS: Sí, del crimen organizado, que además tiene comprados a los políticos, etc.
MA: Claro, entonces para el lector, la persona que está ahí, frente a esa historia, hay una sensación un poco también de alivio, como de que se hace un poquito justicia.
LS: Bueno, yo creo que el límite ahí es no generar falsas ilusiones o esperanzas o pecar de un optimismo bobalicón, que es donde no podemos caer. Antes mencionaba el dato de que en España solo tenemos 300 homicidios al año con una población de 50 millones de habitantes. ¿Por qué? Pues a lo mejor una de las razones es que más del 95% de los homicidios se resuelven y las personas que los cometen se ven delante de un tribunal y acaban pasando en prisión 20 años o más. Al final tú puedes transmitir, no un optimismo, pero sí una sensación de que el mal no se puede erradicar, el mal no se puede neutralizar, el mal está dentro de las personas, de las sociedades, pero el mal se puede contener.
MA: Pero en tus historias, aparte de esa justicia legal, se tiene que dar una justicia literaria, una justicia narrativa, se tiene que recuperar el equilibrio. En Púa hay una forma de recuperar ese equilibrio, pero hay también un costo que ya no tiene vuelta. Hay un daño, hay un gasto que ya no tiene vuelta. Y pasa también con tus personajes que, probablemente, la vida los va llevando a tener como un cierto desgaste. A Bevilacqua le pasa también, que está un poco desencantado.
LS: A todos les pasa un poco. Claro.
MA: ¿Hacia dónde van tus personajes ahora? ¿Hacia dónde va tu historia ahora? ¿Qué estás escribiendo ahora? ¿Hasta dónde crees tú también que puedes sostener una saga con un personaje que probablemente en algún momento se va a querer jubilar y dedicarse a otra cosa?
LS: Sí, bueno, has hecho un comentario de algo que me interesaba subrayar, que es esa idea de que hay cosas que no tienen remedio. Yo creo que la vida de Púa es la vida de alguien que ha cruzado muchas veces todas las líneas rojas y por tanto lo que guarda en su memoria son hechos muy graves. Tiene sobre su conciencia la muerte de personas. El otro día leía una entrevista a Mario Calabresi, que es hijo de un policía italiano asesinado por una organización terrorista anarquista italiana en Milán en los años 70. Y que escribió un libro que se llama Aire de la noche, sobre su experiencia y que decía que uno puede ser exterrorista, porque uno puede abandonar una organización terrorista, pero uno no puede ser exasesino. Una vez que tú asesinas a alguien eres asesino hasta que te mueras. Y bueno, digamos que la mayoría de nosotros afortunadamente no somos asesinos, pero todos hemos hecho algo que no estamos contentos de haber hecho y que no tiene remedio. Y con eso tenemos que vivir. Y cuando tienes que vivir con algo del calibre de lo que tiene Púa en la mochila, ¿cuál es la redención que tienes? Frente a lo irreparable, pues la única que tienes es la verdad. Es decir, no engañarte, no engañar. Bevilacqua también tiene algún cadáver en el armario, que también es irreparable. Tiene una frase que yo escribí como de pasada y me la citaron varios lectores y digo, pues realmente esa tarde estaba yo inspirado, porque dice que el pasado no se supera, el pasado se acarrea. No puedes hacer otra cosa con él más que acarrearlo. Acarrearlo de la manera más elegante posible, no puedes hacer otra cosa. Entonces se seguirá acarreando su pasado de la manera más elegante posible hasta la jubilación que le llegará, si no cambian las leyes, de manera inexorable a los 65 años. A los 65 años él estará fuera de la Guardia Civil. Le echarán, literalmente le echarán. Y cuando llegue ese momento, ya veremos, sinceramente, ya veremos. La vida la vas haciendo día a día.
MA: Es una suerte tener esa compañía, creo yo, en la vida, tener un compañero como Bevilacqua.
LS: Y como Chamorro, no te olvides de Chamorro. Yo creo que la realmente fiable es Chamorro.
MA: Totalmente, es cierto.
LS: La realmente fiable es ella.