Siete y media de la mañana, aeropuerto de Santiago. Espero la llegada de Almudena Grandes. La Feria del Libro comenzó hace dos días.

El panel anuncia que el vuelo de Iberia está retrasado. A mi lado, casualmente, Malala, de Planeta, busca el mismo vuelo. Espera a Bryce Echenique. Nos informan que el avión tardará dos horas más. Sabemos, con resignación, que todo se va a desarmar. Tomamos café, fumamos. Y después de fumar seguimos fumando. Y otro café. Y otro cigarro mientras revisamos las agendas de prensa a cabeza gacha y llamamos por celular a los taxistas.

¡Estas dos horas! No alcanzaré a volver para recibir a Bolaño. Bayly está en Chile hace unos días y ha sido una entrevista tras otra. ¿De dónde salieron tantos medios? Me tranquiliza saber que no le gustan las entrevistas matinales. Lo imagino haciendo, a esa hora, sus ejercicios en el gimnasio del Sheraton.

Me pregunto si será muy temprano para llamar a “Revista de Libros”. Malala me cuenta que Mempo Giardinelli llega mañana desde Resistencia, su natal ciudad argentina. ¡No!, le digo preocupada, eso es una pésima señal. Re-sis-ten-cia, me repito. Pájaro de mal agüero.

La agenda empieza a llenarse de rayitas de mi bic azul: correcciones, cambios de horas, siga la flecha…, apuntes al margen. Es como un poema vanguardista o algo así: Show libros cancelar Bolaño/Confirmar desayuno Mercurio Almudena/ escribir España: pedir foto/ Llamar Caras/¿Cuándo Bolaño y Lemebel?: Llamar Pedro/ reserva comida-noche / Warnken martes /resumen novela/ mandar Loco Afán Cooperativa/ Ir Mapocho sala prensa/ presentación Edwards/ fiscalizar vales de alcohol en la feria/imprenta llamar.

Contacto al fin a un amigo periodista y le explico que la agenda se ha modificado. Quedamos entonces a la una y media en el café ese de calle Rosal, le digo. Malala, que sabe perfectamente con quien hablo, grita histérica que no, que esa es la hora que tiene para Bryce. Mismo medio, mismo periodista, misma hora.

Y entonces llegan los abrazos de Almudena y su ronquera de tabaco y trasnoche, los besos en las dos mejillas. Hola guapa, y tal. Y Bryce que apretuja a Malala. Le acompaña una especie de diosa inca. Tenemos que empinarnos para saludarla. Hasta Almudena se ve tacuaca a su lado.

Mientras dura el traslado, la inconfundible voz de Pedro Lemebel, al teléfono, me recuerda el almuerzo con los argentinos del programa de TV: “No se te olvide, niña. O no vamos nomás, a mí me da lo mismo, tú sabís que me carga la tele”.

Luego, ya en la feria, diviso a Malala con su carcajada eterna; me hace un guiño y me indica algo. Hay que subir a no sé qué sala porque una amiga no sabe si habrá público en lo de Vatimmo. Está lleno. No es necesario el palo blanco.

Los periodistas se agolpan en torno a Isabel Allende. Mi colega de Sudamericana, Alejandra, se arranca de la multitud para hablar por teléfono. Después de cortar, me comenta su preocupación: Tiene que estar listo el seguro para trasladar la alfombra persa que cubrirá la tarima de Isabel, dice.

Cero treinta, restaurant Azul Profundo. Comemos machas a la parmesana y tomamos vino blanco con Almudena y Luis. Pienso en Bayly, que a esa hora debe estar durmiendo. Tal vez. Y en Bolaño, que ha sido abducido por un grupo de escritores y críticos (“¡Hostia, y yo sólo quiero conocer a Pedro Lemebel!”, me había dicho).

Voy al baño a refrescarme la cara y de vuelta observo atónita que todo se ha revolucionado: en el mismo lugar comen Malala, Bryce, la diosa y Bartolo. Se paran, se besan y proponen continuar “de marcha”.

Sobre mis piernas, apoyo la croquera y hago notitas. Nadie me descubre. Otro poema vanguardista: Taxi al canal/ Cristina de Caras temprano/ Preguntar Bolaño almuerzo/decir argentinos que el programa no va/ chequear periodista de la Vanguardia: avisar Jorge/ Cecilia de Cooperativa: el libro/ llamar España/ feria: dejar dossier Andrés/ no olvidar pendón/ vuelo Lima Jaime/ Radio Tierra Roberto y Pedro/ Carolina de Mercurio confirmar Bolaño/ Pedro Pablo a las 11 en hotel /Pablo de La tercera.

Malala y yo, con expresión de cuadro cubista, contamos las horitas que quedan para las 8:00 am. Entonces estaremos yo en el 13 con Almudena y Warnken, y ella en el aeropuerto recibiendo el vuelo de Resistencia.

Pésima señal, le digo. Re-sis-ten-cia. Malala se ríe. Y yo también.

En recuerdo de Pilar Fernández de Castro