Chupete Aldunate fue una de las creaciones más notables del periodista Guillermo Hidalgo, quien falleció prematuramente a los 45 años, en julio pasado. Trabajó en La Época, Qué Pasa y La Tercera, publicó la biografía Lagos. El hombre, el político, desplegó su creatividad en The Clinic –ahí también dio vida a personajes entrañables como Adela, Titán do Nascimento y Spartaco Gandolfi– y fundó y dirigió la revista Fibra. Desprejuiciado como pocos, fue guionista de programas de TV como “El desjueves” y asesor de revistas como SQP. También, en otra etapa de su vida, fue funcionario público en el Sernac y funcionario internacional, como supervisor del desarme tras la guerra civil en Nicaragua. Al fallecer, era uno de los profesores más queridos por los alumnos en la Escuela de Periodismo UDP.


Quizás fue porque Hermógenes se había trenzado en una polémica con Víctor Pey a raíz del caso Clarín, el diario que circuló hasta el Golpe y que usaba por slogan “Firme junto al pueblo”, el mismo slogan que The Clinic retomó desde 1998. Quizás, porque elucubraban sobre qué escribiría el mismo Pérez de Arce en El Mercurio cuando días después se cumplieran 27 años del Golpe (tituló su columna “Una lágrima por el Once”, quejándose porque ya nadie celebraba la llegada de Pinochet al poder). O quizás fue, sencillamente, porque el ya mítico columnista del decano era aludido con frecuencia en las conversaciones de Patricio Fernández y Guillermo Hidalgo. El hecho es que ese septiembre de 2000, Hermógenes Pérez de Arce se transformó en la inspiración para que el director y editor general de The Clinic, crearan el personaje de un “señor ultra conservador”, como lo describió alguna vez Hidalgo, que semana a semana se expresaría, libremente, en el pasquín.

Así, y durante dos años, Hidalgo escribió, bajo el seudónimo de Chupete Aldunate, la columna de este terrateniente de derecha –“un cuico gordo y no flaco como Hermógenes”, como explica Fernández– que en su primera aparición se definía como un hombre de familia, “emprendedor”, “apolítico”, partidario de “Joaco” (Lavín), y que afirmaba, con brutal candidez, que “los pobres son pobres porque son flojos”.

Sobre Chupete Aldunate, él mismo escribió en su blog: “Borges sabía cómo humillar a las personas cambiándoles el nombre. (…) En una columna que escribí durante años en The Clinic, bajo el seudónimo de Chupete Aldunate, un señor ultraconservador, usé el mismo recurso. Este personaje podía recitar de memoria los nombres de las personas que consideraba importantes, de buenas familias, de apellidos equivalentes al de él en pedigree, tierras, coraje o sólida moral, pero al resto les cambiaba el nombre. A Gladys Marín la llamaba Inés Marín, por ejemplo”. Aquí una selección de esos textos.

1 The Clinic, 30 de noviembre de 2000
El 25 de noviembre de ese año, Augusto Pinochet cumple 85 años en Chile, tras permanecer casi un año y medio detenido en Londres.

Lo más fácil es pararse en un balcón con una escopeta recortada, porque esas son las que les gustan a los comunistas, y ponerse a disparar a los que dan la cara, y aún más fácil es hacerlo contra una persona que ya dejó este mundo, como mi general Francisco Franco y contra otro que está enfermo y anciano, aunque siempre firme, lúcido y gallardo, como mi general Augusto Pinochet. Lo más fácil es imitar a esos comunistas que desde la altura de los edificios céntricos disparaban contra nuestros valientes soldados la gloriosa mañana de nuestra segunda independencia, el 11 de septiembre de 1973. Grábeselo bien, 11 de septiembre de 1973, el día del cumpleaños de mi general César Mendoza Durán (Q.E.P.D.), por lo demás. De Perón no tengo nada que decir porque no sé quién es y no acostumbro a hablar de las cosas que no sé. De Fujimori, por favor, se trata de un chinito al que yo llamaría al orden con un buen par de soplamocos y ya está, si no es más que eso, aunque preferiría dárselos al cholito ése, el que quiere ser Presidente, Toledo. Primero un chino y ahora un cholo, el mundo está medio loquete, me parece.

Bien, decía que así es como les gusta a estos comunistas que nunca dan la cara sino que prefieren disparar a la bandada y después ponerse en la cola a pedir que les regalen hasta el licor para emborracharse al ritmo de la guaracha y las canciones del tal Gatti, la tal Echeñique y el Temucano. Pero no voy a seguir perdiendo el tiempo con esta gentecita vulgar y me voy a situar en un día muy especial, el sábado pasado, 25 de noviembre. Permítanme tomar mi paleta, mi pincel y dibujar una breve alocución sobre ese día único en la historia de la humanidad toda, que leí en una reunión familiar en la casa de mi hermano Tatán Aldunate. No debiera ser yo quien lo dijera, pero fueron muy festejadas mis palabras. Ahí les van, con modestia:

“En un día como hoy, pero hace ya 85 años, nacía en Valparaíso un niño de mirada inquieta, corazón de león y manos firmes que creció bajo el seguro alero de unos padres que supieron inculcar en él y sus hermanos los más imperecederos valores de nuestra patria por la vía del ejemplo más que de la palabra, a veces insegura, pues puede ser mal utilizada por los agentes del demonio de la manera más anticristiana. Estoy hablando de Augusto Pinochet Ugarte, un niño hermoso y robusto que lenta y ardientemente, como en una fragua, fue siendo moldeado hasta convertirse en el guía espiritual de una nación sedienta de justicia, paz, orden, seguridad y desarrollo. Creo no exagerar si comparo a Pinochet con Moisés (aplausos). Ingresó a la Escuela Militar del Libertador Bernardo O´Higgins Riquelme con la serena convicción de que el destino le tenía preparado un sitial glorioso que vio hecho realidad esa mañana histórica para el mundo, el día en el que desde un lejano país un hombre tomó el báculo de la libertad guiando a la humanidad entera hacia una nueva alborada. General, usted no nos ha salvado, simplemente nos dio la vida (aplausos)”. Esto sigue, pero en este diario comunista me censuran, así es que no puedo continuar. El discurso completo lo pueden encontrar en la siguiente dirección: [email protected]

2 The Clinic, 8 de febrero de 2001
El 19 de enero de ese año, el juez Juan Guzmán Tapia procesa a Augusto Pinochet por el caso Caravana de la Muerte. Pinochet queda detenido en su casa de La Dehesa.

Una especie de juez rural de mejillas coloradas y gafas de centroamericano ha encargado reo al senador y ex Presidente de la República, Capitán General Augusto Pinochet Ugarte, nada menos. Tocamos fondo, chilenos, el mundo perdió la razón. Esto es peor que una pesadilla, es como volver atrás y presenciar con horror la crucifixión de nuestro señor Jesucristo en un acto oprobioso en que no ha faltado ningún canalla: Pilatos Insulza, Herodes Lagos y su secuaz y primo Barrabás Lagos (me refiero al general marxista y bocón ese) han sido los actores de la mascarada, más ese conscripto romano, Guzmán. Estos personajes indolentes y poco caballerosos ni se han inmutado al ver sufrir a mujeres tan piadosas como Jacqueline y su madre, la auténtica primera dama de la nación, Lucía Hiriart de Pinochet: dos vírgenes Marías destrozadas al pie de la cruz, cuya pesada madera carga el salvador de Chile y la humanidad y en la cual hoy quieren crucificarlo estos sátrapas viciosos. Pero no se dan cuenta que ellos son los condenados, los marxistas son los reos, los reos del demonio y el mal actuar. Sépanlo: mi general siempre será libre aunque este verdadero tribunal revolucionario en que se ha convertido la justicia chilena, le quiera poner los grilletes. Lo que da más congoja es que mientras el mejor Presidente que ha tenido Chile sufre vejamen, los pistoleros que asesinaron cobardemente a ese campeón de la constitucionalidad que fue Jaime Guzmán Errázuriz, andan libres por ahí como blancas palomas, lo mismo que los asesinos de este poblador tan patriota, Yévenes creo que era el apellido del hombrecito.

Pero no sólo ese episodio triste ha ocurrido últimamente en este país, que se enfila al despeñadero del estalinismo más brutal. Además, la siempre preclara Corporación de Televisión de la Pontificia Universidad Católica de Chile pareciera haber perdido el juicio al querer deshacerse de uno de los principales representantes de la reserva moral del país, el presbítero Raúl Hasbun Zaror –de los pocos moros buenos que conozco–. Se olvidan que este príncipe de la Iglesia ha sido nuestro faro durante todos estos años de amancebamiento demomarxista, el santo que durante breves minutos de cada viernes por la noche nos tocaba con la vara mágica de su palabra, nos devolvía el alma al cuerpo, nos recordaba que no estábamos equivocados, porque ante tantos espejismos leninistas a veces el alma de nuestros mejores hombres pierde fuerzas y se pregunta para qué seguir luchando por la libertad, la decencia, el respeto y la familia, si es más fácil unirse a la orgía desenfrenada de los marxistas. A veces, estas cosas horribles que están ocurriendo en mi tierra me hacen pensar que ya no queda más salida que tomar del brazo a Leonor y con toda la dignidad que da la razón, partir en balsa hacia Miami. Pero no les daremos en el gusto. La otra salida la conocen bien nuestros valientes soldados. Sé que faltan 1.844 días para que Joaco se ciña la banda presidencial, pero es demasiado tiempo; para entonces, ya será muy difícil reconstruir la patria y retomar la senda de las prósperas y tranquilas décadas del 70 y el 80 en que las ratas no estaban en palacio sino donde deben estar: en las alcantarillas. La democracia los reclama, infantes de la patria. ¡A luchar!

Una especie de juez rural de mejillas coloradas y gafas de centroamericano ha encargado reo al senador y ex Presidente de la República, Capitán General Augusto Pinochet Ugarte, nada menos. Tocamos fondo, chilenos, el mundo perdió la razón. Esto es peor que una pesadilla, es como volver atrás y presenciar con horror la crucifixión de nuestro señor Jesucristo en un acto oprobioso en que no ha faltado ningún canalla: Pilatos Insulza, Herodes Lagos y su secuaz y primo Barrabás Lagos (me refiero al general marxista y bocón ese) han sido los actores de la mascarada, más ese conscripto romano, Guzmán.

3 The Clinic, 8 de marzo de 2001
Un laboratorio privado solicita autorización al Instituto de Salud Pública para comercializar la Píldora del día después. El ministerio de Salud, a cargo de Michelle Bachelet, confirma que la solicitud está en estudio.

¡¡Ni el día después ni el día antes ni el día mismo, caramba!! Esto es el colmo, cómo siquiera se puede discutir que esta píldora inventada por los cochinos europeos sea aprobada y distribuida entre los pobres de mi patria. La píldora del día después para evitar embarazos, habrase visto. A dónde vamos a llegar. ¿Queremos ser una sociedad llena de suicidas y degenerados como la sueca? Chile necesita hombres para administrar y dirigir esta tierra, la Iglesia necesita buenos cristianos, las fábricas necesitan obreros, así es que yo llamo a todas las mujeres de Chile a tener todos los niños que sea posible. ¡Tengamos hijos, chilenos, tengamos hijos, démosle en las narices a los marxistas abortistas! Es lo más hermoso criar niños, a las mujeres les hace bien pues para eso fueron creadas y a los hombres nos hace redoblar esfuerzos en nuestros trabajos, nos aleja del pecado y de andar pensando tonterías. No saben lo hermoso que ha sido para mi familia la bendición de los hijos. Nosotros, los Aldunate, fuimos catorce hermanos: Sebastián, Tomás, la Laurita, Martín, María Eugenia, yo, Nicolás, María del Pilar, María Cristina, Bernardita, Felipe, Constanza, Gonzalo, y Julito, el menor, que lamentablemente murió de cirrosis el verano pasado. Mis abuelos paternos tuvieron 9 hijos y los maternos 16, nada menos. Patricio Andrés, mi hijo mayor, tiene siete retoños y la semana pasada cumplió recién 43 años. Su mujer, la María Ignacia Vial Claro dice que no va a descansar hasta llegar a los diez chiquillos por lo menos. Este pobre niño, mi hijo Patricio, anda desesperado porque mi nuera es de armas tomar con estas cosas y no transa. La adoro. Es muy cómico verlo. ¿Qué voy a hacer con esta verdadera coneja que me salió?, me pregunta cuando nos juntamos todos los domingos en mi fundo de Melipilla a comernos una parrillada. La Teresita, mi segunda hija –tengo cinco nada más, soy un flojo– ya tiene seis; el que sigue, Andrés Eduardo, ya tiene cuatro. La cuarta de mis hijos, Josefina, acaba de parir a su tercer hijo la semana pasada, un muchachote vigoroso y de mirada severa como su abuelo, ese niño va a llegar lejos, le hallo cara de presidente, fíjense. El mayor de ella, Cristóbal, tiene cuatro años y ya es un verdadero jinete, cómo galopa ese niño, de seguro que nos va a bendecir con alguna medalla en las olimpíadas del futuro. El que me salió flojo, fue José Pablo, el menor de los míos. Qué raro este muchacho, ya tiene sobre treinta y tres años y no se le conoce novia. Es que él es un verdadero intelectual –se ha pasado la mitad de la vida en Europa–, y en toda familia es importante que exista alguien así, además es el tío más querido por todos mis nietos, le encanta retozar con ellos y jugar, a veces hasta duerme con los más grandecitos. Es un amor.

Imagínense ustedes, los marxistas quieren privarnos de todo esto, de esta felicidad. Gracias al cielo me he enterado que al parecer el agnóstico Lagos, al menos, le tiene temor a ese Dios que no conoce ni de broma. Bastó una mirada de nuestro nuevo cardenal, Francisco Javier Errázuriz Larraín, para que detuviera esta tontera de la píldora asesina. Pero estoy seguro que los marxistas no van a descansar hasta que consigan aprobar una ley de aborto, así es que tenemos que darles una dura pelea, chilenos. Repito con el mayor ánimo y que me escuchen especialmente los humildes pobladores de mi Chile querido:¡¡¡tengamos hijos, tengamos hijos, tengamos hijos!!!

4 The Clinic, 17 de mayo de 2001
A fines de abril, la periodista María Olivia Monckeberg publica el libro “El Saqueo de los grupos económicos al Estado chileno”, sobre el proceso de privatizaciones en las postrimerías de la dictadura.

¿Es auténtico periodismo lo que aparece en el libro de la señora María Olivia Monckeberg sobre el supuesto “saqueo” del Estado que habrían llevado a cabo empresarios y personeros afines al gobierno militar? No soy experto en materias periodísticas –para mí, el periodismo es cosa de mujeres bien y de roticuajos de primera generación con zapatos–, pero basta echar una hojeada al texto para concluir que es basura, basura de la peor, basura del barrio pobre, descolorida y fétida. Es tan evidente que el libro éste –tan vulgar y malo que apenas ha llamado la atención de los medios de comunicación más importantes del país como son La Tercera y El Mercurio– es la reacción neurótica de los concertacionistas para intentar cubrir con un manto de olvido el bochornoso asunto de las indemnizaciones millonarias que recibió el papá del ministro cara de yoga y otros sujetos que no hacen más que calentar el asiento en sus “peguitas-beca” que les regala el marxista Lagos y sus más cercanos secuaces.

¿Dónde queda la honra de las personas? ¿Tan bajo hemos caído que este tipo de cosas ya no interesan? O sea, ¿me van a decir que en este mundo de hoy no importa nada el buen nombre de las personas? O sea, es llegar y disparar a la bandada, así de simple, igual que en los tiempos de la UP. ¡Re bien vamos así! Primero fue esa cochinada del libro de la Justicia, antes esa porquería de los diplomáticos, la lesera de la historia oculta, y ahora esto. ¿Por qué estos marxistas no se dedican a hacer libros positivos y propositivos como Chile al ataque de Andresito Benítez, La revolución silenciosa de Joaco, Camino recorrido del general Pinochet, Los economistas y el régimen militar de Arturo Fontaine, la selección de entrevistas al Presidente Pinochet hechas por María Eugenia Oyarzún?

Me acuerdo de las largas discusiones de mis tíos Julio y Guillermo. El primero decía que los rotos eran flojos, el segundo que eran mal agradecidos. Yo como que me voy quedando con Guillermo, aunque entre flojo y mal agradecido no hay casi diferencia. La rotada ya no sólo se conforma con protestar por el asunto de los supuestos desaparecidos, minando la honra de nuestros hombres de armas, ahora quiere, además, destruir el buen nombre de las personas que asumieron la responsabilidad económica de levantar al país y llevarlo a las puertas de un desarrollo que los ridículos gobernantes de hoy parecen empeñados en impedir a cualquier precio.

El señor Saieh es una de las personas que resulta más afectada por esta investigación barata y revanchista. Saieh, sin embargo, es un ejemplo que esta rotada debiera seguir, pues fue uno de ellos. Nació medianamente pobre, en provincia, es hijo de moros y llegó a construir un imperio económico periodístico en la capital. Si sigue así de bien, les aseguro que sus bisnietos –o quizás sus nietos– ya podrán ser considerados de los nuestros.

Lamentablemente, siempre hay alguien dispuesto a destruir a los que construyen. Después de esta última cochinada de esta gente contra un roto empeñoso, ¿qué quieren que les diga? Vámonos a comerciales mejor.

5 The Clinic, 14 de junio de 2001
Sebastián Piñera decide postular al Senado en las elecciones de diciembre de ese año. La UDI se opone, pues prevé que Piñera quiere arrebatarle a Joaquín Lavín el sitial como presidenciable de la derecha para 2005.

El que quiera dedicarse a los negocios que se dedique a los negocios y ojalá que gane harta plata y haga grande a su patria, su nombre y su familia, pero, por favor, no mezclemos los negocios con la política, que es una empresa en que importan mil veces más los principios que el dinero, los valores que la consecución de dividendos personales y aplausos baratos. La política es otra cosa, a la política no se entra por conveniencia, a la política se entra por convicción y por principios. No es cosa de oportunidades, de “ahora sí, ahora me conviene, ahora puedo sacar partido de la situación”; la política es un llamado que no sabe de estas barbaridades, en política se está en las buenas y en las malas, la política es la que lleva en la sangre Sergio Fernández, por ejemplo, o el roto Cáceres, la que profesa diariamente Alfonsito Marquez De La Plata o el niño Labbé; esos son hombres de principios, hombres de una línea que están dispuestos a poner todo por una causa sin hacer cálculos pequeños. Si hay algo –que Dios me perdone– que me gusta de esta señora comunista Inés Marín, es su consecuencia, comunista hasta la muerte la rota.

Espero que te haya quedado claro el parrafito, Tatán, porque no te lo voy a repetir. Si te estás dando vuelta la chaqueta y quieres meterte a perjudicar la legítima opción de Joaquín Lavín en las próximas elecciones de 2005 (piensa positivo, falta tan poco), por favor pásate ya al otro lado, dilo públicamente, vuelve a inscribirte en la Democracia Cristiana y no andes tratando de embromarnos a nosotros, anda a quitarles votos a ellos si eso es lo que andas buscando, sé consecuente con tu vocación de hombre de derecha y actúa con rectitud.

Es decir, nuestros dirigentes no han hecho el gran esfuerzo que han hecho por ganar el favor popular mezclándose diariamente con la rotada, nuestras mujeres no rezan todos los días en las iglesias y nosotros no nos partimos el lomo todos los días, para que venga este neoconcertacionista Piñera a echarlo todo por la borda simplemente porque parece que está aburrido en la casa –o en sus negocios– y quiere volver a revolverla en política junto a Allamand, que parece que sigue en su travesía en el desierto y está más sediento que nunca. ¡Par de comunistas! Cuando tenían que dar la cara, uno se retiró a sus negocios y el otro se fue a estudiar a Estados Unidos, a ganarse la plata leyendo en bibliotecas y aprendiendo inglés, aunque dudo que algo aprenda con esa cara de bruto que tiene.

Yo, al menos, me siento orgulloso de que nuestros auténticos líderes no hayan sido recibidos por el marxista Lagos, eso es muestra de consecuencia, pues no tenemos nada que hablar mientras el ex Presidente Pinochet siga estando cautivo en las manos de la Justicia o debiera mejor decir “en manos del marxismo internacional”. En cambio, éste tacuaco que se come las uñas fue recibido inmediatamente por Su Excremencia, perdón, Excelencia, y quizás qué planes están urdiendo entre ambos. Creo adivinar: Lagos sabe que la única opción de la Concertación el 2005 es Piñera, lo cual es ciertamente increíble y, a pesar de todo, una muy buena noticia. Capaz que para las próximas elecciones saquemos el primer y el segundo lugar: Joaco 57% de los votos, Piñera el 35% e Inés Marín, el resto.

6 The Clinic, 26 de diciembre de 2002
Despedida de Chupete Aldunate.

Sé que mi decisión provocará que se registren lamentables protestas callejeras como la de los feos de la Salud o la de los rotos del Colo Colo el domingo pasado, pero debo anunciar a mis lectores que tomo un descanso largo, quizás definitivo. Lo siento, pero es así. Sólo quiero pedirles que no salgan a la calle a defenderme, sino que se entreguen a la oración, a la personal y necesaria introspección.

Les pido paciencia. A pesar de que he sido censurado, sigo firme. Un alma literaria como la mía no puede tolerar eso, no puede tolerar que la bota marxista se pose sobre su cuerpo. Debo informar que tenía antecedentes irrefutables para desenmascarar de una vez por todas al marxista Lagos y ponerlo de patitas en la calle Morandé, pero me “sugirieron” que mejor los dejara para otra oportunidad, que ahora “el horno no está para bollos”. Esa fue la ordinaria frase que usaron. ¡Yo ya no tengo veinte años, ya voy para los ochenta, y digo lo que se me viene en gana, caramba!

¿Es una auténtica democracia en la que vivimos? Al menos, que yo recuerde, ¡jamás durante el gobierno militar se borró una línea de las diatribas que los marxistas escribían contra su excelencia, el capitán general Augusto Pinochet Ugarte! Muchas veces sin el menor antecedente sino tan sólo alimentadas por el odio y el revanchismo. Ahí están los testimonios de esas revistas vulgares como Análisis y Hoy, que por estos días ven erigidos en auténticos héroes del periodismo nacional a aquellos que entonces ocuparan su pluma soez para desprestigiar al mejor gobierno de la historia de Chile. ¿No es así, señor Schaulsen, señor Guillé, señor Cruz Johnson? Y sin embargo, hoy, a mí, un demócrata, se me prohíbe ejercer la tan manida –por los marxistas– “libertad de expresión”. Me voy con la tranquilidad que otorga la verdad, me voy con la serenidad que entrega el bien actuar, con la sabiduría del que sabe buscar nuevos derroteros por donde encauzar su mensaje de paz y sana convivencia.

Quiso el destino que este desencuentro ocurriera en Navidad, fecha maravillosa para los buenos hombres, tan cercana a las fiestas de Año Nuevo, en las que también el alma se libera de los horrores que nos hacen vivir día a día en este mundo entregado a la lujuria y la mentira.

Quiero pedir a mis lectores que empecemos el 2003 con tranquilidad, pero con firmeza. Sugiero las lecturas atentas y vigilantes de Gonzalo Vial, de Hermógenes Pérez De Arce, de Héctor Soto, de Fernando Villegas; todos estos hombres son auténticos herederos del espíritu del cerro Chacarillas, cuando el gobierno militar tuvo la genial idea de premiar a sus jóvenes héroes, a los auténticos hijos de Chile, no como estos coimeros bigotudos que gozan –¡y cómo gozan!– del poder hoy por hoy. Estoy seguro que avanzaremos, estoy seguro que llegará el día en que se abran las grandes alamedas por donde pase Joaco. Hasta siempre. Estoy alerta.

7 The Clinic, 3 de abril de 2003
Especial Aniversario de The Clinic Nª100.
Última aparición.

No quisiera volver a alimentar las páginas de este periódico con mi pluma firme y valiente, atacando al gobierno de este señor del que hasta se me olvidó el nombre, pero qué remedio me queda, si además de ladronzuelos, lesos y descoordinados son acaballados. Se meten en el Security Council, dicen una cosa, después salen con otra. Y en un suspiro, a un roto de apellido Vega (qué bien puesto el apellido, por Dios), que es nuestro ¡embajador ante la ONU en Ginebra!, le dan una orden de voto y no la cumple el lindo, por sus principios personales y no sé cuántas cosas más. ¿Y la patria? ¿Y el país? ¿Dónde queda? Claro, hay que aguantarles estas cosas a estos gallitos porque seguramente les habrán pegado un palo después del pronunciamiento militar y porque, con muy buen ojo, el general Pinochet los mandó fuera del país para ver si se cultivaban, pero no hay caso, llegaron más tontos y más incultos: son como burros, ni a patadas entienden cómo son las cosas.

Bien, pero al margen del hecho horroroso de que un Vega, barbón comunista y llorón, nos represente en Ginebra, está el peor de que con toda seguridad, lo van a nombrar ahora en otro cargo que le va a reportar sus buenas pesetas para que se siga construyendo su casita. Capaz que lo designen ministro o agregado cultural en París, para que siga tomando y durmiendo hasta la hora de San Blando, pobrecito. Así como vamos, va a llegar el día –se los doy firmado– en que veremos al cantante este que dice tanta lesera, González, de presidente del Banco del Estado, Banco Estado, como le dicen ahora estos siúticos sin remedio.

De reponerlo en algún buen cargo, se van a encargar sus amigotes de farra, Núñez (“Bigote de brocha”, como le dice mi sobrino Juan de Dios), Daniel Escalona y Gilardi, que es el peor de todos, porque no teniendo cara de roto es más roto que todos estos rotos juntos. Y más demagogo y más furiosillo. Qué decir del tal Ávila. ¿De adónde habrá salido ese gallo? No sé, pero el otro día me lo topé en un restorán –a Leonor casi le da un patatús– y hablaba con la boca llena y lo sorprendí rascándose las piernas con el tenedor. ¿Habrá rotería más grande que esa? Esto me preocupa porque los chilenos nos estamos encontrando, pero no en el alma, sino en restoranes y eso sí que es inaceptable. Muy bien el reencuentro nacional, pero cada cual come donde le corresponde.

Pero se supone que yo tengo que escribir sobre los 100 números de este periódico, hecho que, lamentablemente coincide con mi aniversario de matrimonio con Leonor, de manera que prefiero hablar de esto último. Esto me ahorra, además, referirme a la guerra –el niño Paulsen lo ha dicho ya más que todo y el pobre Raúl Rork que lo acompaña, que es el que parece que sabe, se muerde la lengua–. Y no crean que veo ese canal; estas cosas me las cuenta Marito Irarrázaval, que tiene una paciencia digna de señora de socialista –aunque la mayoría de estos rotos son separados y seguramente con razón–, y ve ese canal pornográfico. Bueno, con Leonor nos casamos hace 43 años y hemos sido muy felices. No hay más que decir. Un beso para ella y una patada en el traste para el gobierno.