Acotemos, para ser precisos: entrevista en radio; o sea, entrevista en vivo, rápida, sacándole partido a las características que hacen, por definición, a la radio el medio más “caliente” de todos.

Sumemos: entrevista de actualidad, sobre la marcha de los acontecimientos, imprescindible para aportar elementos claves para entender lo que pasa (o si no, hacemos otra cosa porque en una radio en vivo hay muchas cosas interesantes que hacer).

Dejamos fuera, por rigor, a la entrevista grabada y editada, y a las llamadas tertulias o programas de conversación, que son otra cuestión.

La entrevista antes definida es, casi siempre, breve. Breve y precisa. Y en ella no se busca una disertación académica sobre un fenómeno, sino la entrega de un número limitado de antecedentes que expliquen mejor ese fenómeno o, simplemente, la entrega de algunos datos esenciales y novedosos que, antes, no se conocían.

Por eso, en ese breve espacio se debe, en forma clara y acotada, explicar, en la introducción, de manera simple, el tema del que se va a tratar para, después, entrar de lleno a las preguntas.

¿Cuántas preguntas?

En un noticiero, no más de tres, porque esas tres, si se escucha lo que responde el entrevistado (algo no siempre evidente), supondrán contrapreguntas que abultarán esa cifra. Sí, tres preguntas, que si van al hueso, terminarán en muchas más. Para que eso ocurra deben ser preguntas agudas, que superen los cuestionamientos de acomodo con que, en general, se inician todas las entrevistas que tienen la posibilidad de ser editadas posteriormente.

Por lo anterior, el entrevistador radial debe ser educado, pero nunca zalamero (bueno, eso, en general, en todas las entrevistas, salvo las de las páginas sociales, aunque abundan las entrevistas de sociales en espacios audiovisuales o páginas informativas actuales). Simplemente porque no hay tiempo para esas formalidades que, de tan repetidas, no aportan nada.

Para los futboleros, un juego vertical, sin lateralizar el juego. “Buenas tardes, gracias por aceptar esta entrevista…”, los antecedentes justos para mostrar al entrevistado, descripción del tema y, de inmediato, la primera estocada. Para que el bicho reaccione y no eche a correr, como tantos saben hacerlo, el cassette –se decía, se dice y podría ser el CD– con la letanía que tiene aprendida para el tema en cuestión. En un espacio informativo radial, ¡nada de letanías!, salvo que esa letanía sea, per se, una maravilla.

Porque, ¿qué se busca en una entrevista radial? Cosas concretas: una opinión certera sobre un tema, un antecedente novedoso, una perspectiva novedosa para abordar ese hecho o acontecimiento o las tres cosas a la vez.

Si se observa bien, se buscan elementos para un buen encabezado de noticia, materiales para un buen titular.

Como el periodismo se hace para las audiencias, en este caso nuestros auditores, en esa conversación que se emite al aire se debe intentar recoger antecedentes que servirán a los auditores para comprender mejor un fenómeno, idealmente desconocidos; la opinión certera –o imprevista, desopilante, ácida, conciliatoria, etc.– de un actor importante de los acontecimientos, que represente una novedad para el auditor; o la explicación lúcida de un fenómeno que aporte la iluminación del contexto de un acontecimiento.

Creo que en la entrevista radial que he descrito –que, en rigor, intenta recoger la esencia de una buena entrevista, independientemente del medio en que se emita– está la esencia del buen periodismo.